Para europeos

Tomás Eloy Martínez dijo en una ocasión que la suerte de un solo hombre resume, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres. La cita la aprendí de Javier Marrodán y creo que, de un modo u otro, es aplicable a «Mendel, Jakob Mendel, Mendel el de los libros». El protagonista de este cuento de Zweig, en efecto, condensa en sí y en su circunstancia un mundo que ya no existe. Claro que uno no es consciente de su ausencia hasta que se topa con el atormentado, clarividente, tozudamente europeo Stefan Zweig. Las guerras mundiales soterraron en lo hondo de los libros el espíritu de Europa, y quizá el personaje ficticio de este escueto volumen editado por Acantilado —un comerciante de libros afincado en la mesa de una esquina del vienés café Gluck— fue el último ejemplar de un verdadero europeo. La editorial que dirige Sandra Ollo tiene uno de los catálogos más concretos de España y se rige por una idea de europeidad que encuentra en Zweig su filón más eminente. Y no sin razón. Este texto conjuga maravillosamente una atmósfera, un protagonista y dos personajes secundarios para alumbrar menos de sesenta páginas que se han de gozar al fresco una noche de verano.